En el curso de tu navegación de cabotaje has arribado a Ínsula Diletante. Dícese de estos parajes, y cierto es, que están infestados de sutiles e impredecibles criaturas con ansia desmedida por devorar una tras otra todas las experiencias vitales que les producen deleite: el arte en todas sus formas, la cultura, la historia, el misterio… y ya iremos oteando más.
Gobierna nuestra ínsula la camarilla Malatesta, ilustre dinastía de camaradas de deleite. Esta casta de rancios diletantes defiende a porfía el noble emblema de la casa Malatesta, que reza bajo su blasón: “Si non delectat, inutile est” (Si no nos deleita, no nos sirve).
La ínsula está dividida en territorios autónomos que viven en paz rindiendo pleitesía a la causa común, aunque en feliz desarrollo de sus propias inquietudes culturales. Cada territorio ha sido singularizado con un semblante diletante distinto, y todos ellos están regidos por doctos dignatarios que te serán dados a conocer: Maese Gianluca, Maesa Leonisa, Maese Lorenzo, Maese Enrico…
Malatesta es alcuño muy añejo, otorgado en virtud de la proverbial inclinación de sus titulares a encaminar el rumbo del pensamiento en torno al deleite, en lugar de servirse de él para fines más pragmáticos. Aunque en origen considerábase un oprobio para tan noble estirpe el vulgar ejercicio de cronista, los Malatesta han convenido a la postre desempeñar tal oficio con ánimo de hacer valer ante la Historia sus hazañas de deleite. En insular cédula sancionada en la calenda de Agosto del MMXXI Anno Salutis, se preceptúa «fijar cuantas gestas y crónicas de deleite sean menester sobre este engorroso artefacto de la modernidad que las gentes han dado en llamar página web».
En Ínsula Diletante no hay afán pecuniario alguno ni oportunidad de hallarlo. Tampoco hay interés en sentar cátedra en ninguna de las materias, ni dar ocasión a porfías o controversias. El quehacer propio en los dominios de esta ínsula es el diletantismo, vocación de sus hombres y mujeres de bien y palabra de noble procedencia española, según reza en el Diccionario de la Real Academia.
Vale.-
Fe del solemne juramento del Adelantado Insular de estas tierras
«Vengo en prometer, como Adelantado Insular y alto dignatario para la vigilancia de fronteras, que defenderé con bravura los principios aquí expresados si la diletante paz de estos lares se viese perturbada por la maquinación de follones y malandrines.»
El Adelantado Insular, calenda de Agosto de MMXXI