Tres obras maestras de la historia del arte, tres imágenes que retratan tres momentos diferentes de la ejecución de una misma hazaña, tres cuerpos diferentes, tres actitudes diferentes, tres expresiones diferentes, tres Davides diferentes: el de la mirada perdida y reposada tras la victoria sobre el gigante, de Donatello; el de la mirada concentrada en medir al adversario y calcular el ataque, de Miguel Ángel; el de la mirada del cálculo ya hecho y del inicio de la acción, de Bernini.
Todos ellos son David. Cada uno de ellos es David, el segundo y el más prominente de los reyes de Israel, el “elegido de Dios”, que es lo que significa su nombre, cuya historia se narra en diversos libros del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. Pero antes de ser rey y antes aún de llevar a cabo la hazaña de derrotar al gigante Goliat, David fue un pastor de ovejas con una destacada habilidad como arpista. El comienzo de su historia, dejando a un lado los designios divinos, tiene que ver con los beneficiosos efectos de la música sobre los trastornos del ánimo…