Aunque parecen los nombres de personajes variopintos de un cómic de los años cuarenta (y podría haber sido así si algún dibujante hubiera tenido la idea), en realidad se trata de los algunos de los ingeniosos motes que en España se pusieron desde la segunda mitad del siglo XIX a las monedas en circulación, y se usaron en expresiones que quedaron en la impronta popular.
En nuestros tiempos el dinero en efectivo no es tan importante, pero hubo una época en la que toda persona de posición tenía que llevar consigo una bolsita con dinero colgando del refajo para poder hacer una vida normal. Por eso el bandolero soltaba aquella frase legendaria de «la bolsa o la vida», en lugar de «la cartera de Louis Vuitton o la vida».
Pero si hablamos de expresiones con orígenes curiosos, en lo que respecta a monedas se lleva la palma un término que aún hoy día usamos: la «calderilla», refiriéndose a las monedas de escaso valor. Este es un ingenioso término utilizado a partir de 1868 para referirse a las cuatro monedas de menor valor que se acuñaron (diez, cinco, dos y un céntimo), dado que estaban hechas de cobre, el mismo metal con el que por entonces se fabricaban las ollas y calderos.